Cómo lo hacemos

Una primera etapa consiste en la recolección de datos, a través del trabajo de campo (prospección, registro de arte rupestre y arquitectura, recolecciones superficiales y excavaciones estratigráficas) y estudio de colecciones de objetos arqueológicos almacenados en museos.

Uno de los principales métodos de la arqueología son las excavaciones estratigráficas de depósitos de ocupación humana, cuyo objetivo es obtener información de las actividades desarrolladas en los sitios a través del análisis de los restos dejados por sus antiguos ocupantes.

En terreno también se toman muestras para posteriores análisis en laboratorio. Las más comunes son muestras muy pequeñas (>10-20 mg) de material orgánico (huesos, semillas, madera, fibras vegetales y animales, entre otros) proveniente de depósitos arqueológicos para ser datadas mediante AMS con el objeto de obtener edades cronométricas, así como de huesos y fibras (>0,5 mg) para realizar análisis isotópicos con el objetivo de conocer la dieta y movilidad. También se toman micro-muestras (de algunos micrones de tamaño) de pigmentos procedentes de las pinturas rupestres con el objeto de realizar análisis físico-químicos especializados para obtener información sobre materias primas y procesos tecnológicos del uso del colorantes. Una técnica novedosa y no destructiva, que se realiza directamente sobre las pinturas in situ y, por lo tanto, no requiere de la obtención de muestras de las pinturas, es el análisis de fluorescencia de rayos X portátil (colaboración con el Laboratorio de Análisis e Investigaciones Arqueométricas).

Posteriormente, la información recopilada es procesada y sistematizada en gabinete, mediante la realización de bases de datos, ordenamiento de fotografías y croquis. Los materiales son analizados en laboratorio, aplicando análisis especializados de acuerdo al tipo de material y tipo de pregunta de investigación, además de análisis cuantitativos y cualitativos.